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Patio central del Cuartel de Conde-Duque y entrada de la Biblioteca Historica.
Felipe V mandó construir un enorme edificio que fue durante largo tiempo cuartel de la Guardia de Corps y Academia militar. En 1869 un incendio lo dejó en ruinas, y aunque el Ayuntamiento de Madrid lo adquirió en 1969, solo se pudo emprender su restauración en 1983. El Cuartel del Conde-Duque, uno de los edificios más grandes de Madrid, se convirtió entonces en Centro Cultural. ¿Qué madrileño no ha asistido a algún evento de los famosos “veranos de la villa”? Pero además, aquí se encuentran el Archivo Municipal, la Hemeroteca, la Biblioteca Histórica, la Musical, hay varias salas de exposiciones… y aquí está instalada la Imprenta Artesanal del Ayuntamiento de Madrid, heredera de la antigua Imprenta y Litografía Municipal, establecida ya en el siglo XIX.
Patio norte, la Imprenta ocupa la segunda planta del edificio del fondo.
Los objetivos de la Imprenta Artesanal se centran en la difusión y mantenimiento de las técnicas tradicionales de producción del libro, y en este sentido imprimen al menos un volumen anual para su colección de poesía, empleando máquinas de principios del siglo XX, y encuadernan y restauran libros atendiendo a las necesidades del Ayuntamiento. Siempre con técnicas tradicionales, artesanales, que de esta manera se mantienen vivas en este recinto.
Un buen día José Bonifacio Bermejo, gerente de la Imprenta, me telefoneó para decirme si podía encargarme de realizar un curso de pintura de papel de guardas para la formación interna del personal de la Imprenta. Me resistí todo lo que pude, unos quince segundos, antes de decirle que sí. Si bien en menor escala, mis objetivos son los mismos que los de la Imprenta: difundir y mantener la técnica del marmoleado. Esa coincidencia facilitó la colaboración inmediata.
Podía organizar el curso como quisiera, así que me esforcé en combinar unas charlas teóricas, un rato al principio de cada día, no quería abrumar a nadie con disquisiciones científicas, con la práctica del marmoleado, que ocupaba el resto de cada mañana. Así, de lunes a viernes, en dos grupos sucesivos, del 25 de Mayo al 5 de Junio, y con un total de dieciocho participantes, encuadernadores y personal del taller de restauración.
Las charlas, amenizadas con presentaciones de diapositivas y un proyector que funcionó según sus deseos, estuvieron enfocadas a ilustrar, por un lado, aspectos del marmoleado que sería imposible abordar prácticamente: el conocimiento de los ejemplares y manuales más antiguos, las técnicas orientales y las más modernas aplicaciones de esta técnica en el campo artístico y sobre otros soportes diferentes al tradicional del papel. Y por otro lado había que insistir en que las técnicas clásicas de decoración del papel que se ha empleado en la encuadernación son varias, cada una con su propia identidad: bajo el paraguas de “papel de guardas” cabe todo, igual da que sea un papel industrial de la actualidad que uno artesanal del siglo XVIII, igual da que uno sea marmoleado o que sea otro un grabado xilográfico al que se añadió color. Me parece muy importante que se conozcan las diferencias entre ellas y que se pueda empezar a nombrar a cada una individualmente y no con esos nombres genéricos como el mencionado antes o bien como “papeles de fantasía”, “pintados”, “de color” o tantos otros apelativos entre los que prefiero, desde luego, el bien modesto de “papel bonito”.
Un papel decorado mediante la impresión xilográfica, francés, de clara inspiración en las telas denominadas "indianas"...
...que se imprimía sobre una sencilla mesa de impresión, con la plancha por encima del papel, según el método desarrollado en Francia y que permitiría la impresión de los valorados "papeles panorámicos", algunos modelos con miles de planchas y tonalidades.
El jaspeado directo o salpicado, el marmoleado o jaspeado al baño y los denominados papeles al engrudo nacieron y se desarrollaron en los clásicos talleres de encuadernación. Y las dos últimas técnicas tienen hoy día una importante vertiente artística, además de ser solicitadas por amantes de la encuadernación tradicional y algunos restauradores. En cambio los papeles xilográficos, los aterciopelados, los de barniz metálico, y los brocados y dorados los crearon descendientes de grabadores, de los antiguos estamperos ambulantes que vendían sus imágenes protectoras imprimiéndolas con la única fuerza de sus manos. Cuando nació la imprenta se les prohibió emplearla, así que idearon algunos medios ingeniosos para poder seguir utilizando sus planchas de madera o metal. Hoy día la mayoría del papel se decora industrialmente y estas técnicas artesanales prácticamente han desaparecido.
Un papel dorado y gofrado alemán con figuras de animales grabadas sobre una plancha metálica...
...que precisaba el empleo de un tórculo para ejercer homogéneamente la suficiente presión para imprimir el dorado sobre el papel y producir un relieve similar al gofrado.
Y ¿qué decir de la actividad principal del curso? No conté los papeles que pintamos, ¿para qué? si el primer miércoles se había gastado la previsión de papel del primer grupo y hubo que pedir más.
No lleva mucho tiempo explicar las relaciones entre el baño, las pinturas y la hiel de buey, y cuando el amor del profesor hacia esta técnica lo comparten sus alumnos, todo marcha en volandas.
Mamen y Ana concentradas en su labor.
Cada día había que explicar nuevos efectos, nuevos modelos, nuevas variantes, la aplicación de todos los participantes fue enorme y solo comparable a su ansiedad de conocimientos.
Los viernes los dedicamos a hacer un ejercicio final, el marmoleado de los cortes de una edición primorosa del Quijote en dos tomos, naturalmente de la Imprenta Artesanal, y el marmoleado de sus cuatro guardas a juego.
Pablo pintando los cortes de su Quijote...
...aquí se puede ver, en la parte superior de la cubeta, como hacía con enorme regularidad el difícil modelo que eligió ...
...y aquí el resultado final, no me extraña nada su cara de satisfacción.
La Imprenta Artesanal del Ayuntamiento de Madrid sin duda contribuirá en el futuro a mantener viva la llama del marmoleado español, conocido y respetado en el mundo entero desde el siglo XVIII, cuando se inventó aquí el tan famoso “plegado español”.
Quiero expresar mi agradecimiento a José Bonifacio Bermejo y a Eugenio Cano por confiar en mí para la realización de este curso y a Acisclo, Agustín, Alicia, Ana, Ángel, Fran, Inmaculada, Jose, Jose Luis, Lidia, Mamen, Mari Carmen, María José, Mercedes, Miguel Ángel, Pablo, Paco y Rosa por su interés por el marmoleado y por el afecto con que me rodearon. ¡Al final conseguí aprenderme vuestros nombres!
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